La cuestión ambiental está profundamente vinculada a la de la industria, aunque sólo sea por el impacto de la industria en términos de contaminación. Se estima que en Francia el sector industrial por sí solo genera el 17,8% de los gases de efecto invernadero[1].
Sin embargo, hay que decir que los industriales aún no han tomado la medida de la crisis actual y futura. Si la industria 4.0 y la tecnología digital han transformado y transformarán profundamente el sector tal y como lo conocemos, la cuestión del medio ambiente debe estar en el centro de esta evolución.
El medio ambiente, una preocupación de la industria desde el siglo XIX
El tema del medio ambiente no es nuevo para la industria. En 1864, en plena segunda revolución industrial, George Perkins Marsh, considerado el primer ecologista estadounidense, ya se cuestionaba la influencia del hombre en su medio ambiente: “La acción destructiva del hombre se ha vuelto cada vez más enérgica e implacable a medida que ha ido avanzando en la civilización”[2].
Recientemente, muchas empresas ya han entendido el desarrollo sostenible como una garantía de crecimiento y rendimiento [3]. El objetivo era promover una serie de compromisos en favor de un desarrollo económico que respetara el medio ambiente y los derechos humanos. Hoy en día, la mayoría de las empresas están obligadas a integrar las preocupaciones ambientales y sociales en sus estrategias, sobre todo a través de un enfoque de relaciones públicas.
La industria 4.0, que ha cambiado profundamente los procesos industriales creando una fábrica interconectada y más ágil gracias a las herramientas digitales, integra estos desafíos. De hecho, en un proceso de optimización constante, la Industria 4.0 reduciría el consumo de energía y de recursos a la vez que mejoraría la producción. La pregunta es qué impacto tendría esta digitalización en el medio ambiente.
¿Es lo digital realmente sostenible?
Las nuevas herramientas digitales como la Nube, la IA y otros sistemas llamados “inteligentes” parecen ir de la mano del desarrollo sostenible. Incluso pueden beneficiar a la empresa desde el punto de vista financiero: reducción de costes, creación de nuevos servicios, mejora de las ventas, fidelización de clientes y recuperación de la imagen, etc…
¿Cómo se ve lo digital en la práctica? Correos, flujos de vídeo, datos de todo tipo, almacenamiento y transporte de esos mismos datos, la omnipresencia de las redes sociales… Nada palpable a primera vista. ¿Pero es sin embargo no contaminante? La arquitectura de la tecnología digital y todo su uso, real y concreto, se basa en el equipo electrónico.
Y ese es el problema: este equipo es una fuente de consumo de electricidad importante. La Comisión Europea estima que la huella energética y ambiental de la tecnología digital equivale a entre el 5% y el 9% del consumo mundial de electricidad y a más del 2% de todas las emisiones [4].
Este consumo está vinculado al aumento del tráfico de datos, tanto en términos de volumen como de número de objetos que pronto se conectarán. Estos dispositivos utilizan cada vez más materias primas raras, se necesita 80 veces más energía para producir un gramo de smartphone que un gramo de coche [5]. Su fabricación suele ser contaminante y consume agua (un recurso que ya se encuentra bajo alta tensión en general) con un ciclo de vida bastante corto (por no hablar de la obsolescencia programada) y que genera residuos electrónicos difíciles de reciclar hasta la fecha.
La cuestión ambiental en el centro de la industria del futuro
Por último, lo digital no es diferente de otros productos manufacturados y los impactos ambientales negativos son muy similares a los de otras industrias. La cuestión no es si el uso de lo digital es positivo o negativo, sino si la situación actual es todavía sostenible. La respuesta es no. El problema de la contaminación no se resolverá si se sigue ignorando o posponiendo de generación en generación.
Sin embargo, existen buenas prácticas: actores como Facebook, Apple y Google se han comprometido a una Internet alimentada 100% por energía renovable. El proyecto Natick de Microsoft es otra ilustración relevante: tiene como objetivo controlar el consumo de energía renovable y utilizar las innovaciones tecnológicas en esta dirección [6].
Es necesario seguir siendo optimista y ver el progreso y la tecnología como una solución para combatir la contaminación. Pero, ¿cuánto tiempo podemos seguir apostando por el futuro sin centrarnos en el presente?
No nos equivoquemos, si queremos que las generaciones futuras vivan, hay que dar prioridad a la minimización del impacto ambiental en todos los sectores de la industria. Esto debe asegurar que nuestra sociedad no abandone su estilo de vida y su economía, pero requiere una conciencia y una acción inmediata. Debemos salir de esta ambivalencia, entre el discurso a favor del desarrollo sostenible y las acciones que no lo siguen. La próxima revolución industrial debe ser una transformación del pensamiento y descubrir cómo podemos integrar el ecodiseño desde el principio del proceso creativo.
[1] Coches, industria, carne… ¿Cuáles son las causas del calentamiento global en Francia? Le Monde publicado el 08/07/2019
[2] George Perkins Marsh, El hombre y la naturaleza o la geografía física modificada por la acción del hombre
[3] “Nuestro Futuro Común” publicado en 1987
[4] Comunicación de la Comisión Europea, Shaping Europe’s Digital Future, publicada el 19/02/2020.
[5] Contaminación digital, ¿qué es? Greenpeace
[6] El centro de datos sumergido de Microsoft se eleva a la superficie, le Monde Informatique, publicado el 15/09/2020